26 de agosto de 2009

Les Jours Tristes (BSO Amélie, Yann Tiersen)

Hay veces que no nos van bien las cosas, y eso hace que no tengamos ganas de nada, que nos encerremos con nosotros mismos y que incluso lleguemos a estar enfadados con el resto del mundo. Sin embargo, unos días tristes pueden tener una bonita banda sonora, como la que le pone Yann Tiersen a una de mis películas favoritas, Amélie. Sólo hay que intentar ver las cosas de otra manera. La tristeza y los malos pensamientos acabarán yéndose por sí mismos.

17 de agosto de 2009

Intercambio de idiomas

El intercambio de idiomas es una práctica que puede ser muy útil en el aprendizaje de lenguas, además de hacerlo divertido y nos puede ayudar a conocer gente nueva. Básicamente consiste en encontrar una persona que hable como lengua materna el idioma que se desea aprender y que además esté interesada en aprender nuestra lengua. Entonces se inicia una comunicación en las que ambas personas hablan en el idioma que quieren aprender, de forma que ambas practican y además pueden ser corregidas en caso de cometer un error. Esta comunicación puede ser de distintas formas: desde carta o e-mail para practicar el idioma escrito a una conversación telefónica o por conferencia para practicar el habla de la lengua en práctica.

Recientemente he descubierto una página totalmente enfocada a este fin: sharedtalk.com. Aquí, al registrarte (gratuito), se te preguntan tus idiomas maternos, las lenguas que quieres aprender y se te pide que, si quieres, redactes un pequeño texto de presentación en el que digas tu nivel en cada lengua y algunos datos sobre ti. Encontrar personas con quien mantener el intercambio de idiomas es entonces muy fácil: sólo hay que establecer los criterios de búsqueda y el sistema proporciona una lista con gente de nuestros intereses. Además, no hace falta proporcionar una dirección de correo para el "carteo", ya que la página posee un sistema interno de mensajería por donde intercambiar mails, mensajes instantáneos e incluso mensajes hablados. Todo ello orientado a la práctica de la lengua y sin ningún otro fin.

11 de agosto de 2009

Viajar desde el sofá

Para mucha gente viajar es una de sus aficiones preferidas, ya sea para ir a la playa o de camping, visitar monumentos, ir a algún tipo de evento o simplemente por el placer de conocer un nuevo lugar, dejarse envolver por una nueva cultura y tal vez conocer gente nueva. Sin embargo, irse de viaje nunca ha sido barato y, en los tiempos que corren últimamente, se está convirtiendo en algo cada vez al alcance de menos gente. Esta afición por ver nuevas ciudades la están aprovechando desde hace unos pocos años las cadenas de televisión que emiten en abierto para hacernos llegar a los espectadores cómo son algunos de los lugares más interesantes del planeta, incluyendo en su programación programas sobre viajes. Estos programas no suelen ser documentales "al uso", que podrían llegar a aburrir a más de uno, sino que cada uno de ellos intenta darle a su emisión un toque diferenciador que lo haga atractivo a la audiencia y, además, divertido.

El primer programa de este estilo que recuerdo es Planeta Finito, el cual se comenzó a emitir en La Sexta poco después de la llegada de esta cadena a las parrillas televisivas. En Planeta Finito cada programa tenía dos protagonistas: la ciudad destino del viaje y un humorista que nos hacía de guía por esa ciudad. Era un programa bastante ameno donde se podía aprender una buena cantidad cosas útiles para un futuro viaje a esas ciudades, desde cuánto cuesta la entrada de un museo o un billete de autobús a cómo hay que comportarse en ciertos lugares con un protocolo especial. Todo esto, por supuesto, de manos del humorista anfitrión.

Unos años después Televisión Española incorporó a su programación Españoles en el Mundo, un espacio también de viajes pero con muchas diferencias con respecto al anterior. En este programa nuestros anfitriones y guías son personas nacidas en España pero que en algún momento de su vida, por uno u otro motivo, se fueron a vivir a algún otro país. Cada uno de ellos pasa algún tiempo con el reportero de TVE, durante el cual nos guía por los principales lugares de la ciudad y, además, nos muestra algunos aspectos de su vida personal y profesional allí. Este es claramente el rasgo que lo diferencia de Planeta Finito, ya que en el programa de "La 1" se hace un hincapié en el factor humano de algunos de los habitantes de la ciudad (en este caso personas con raíces españolas pero muy integradas en el entorno del país destino) que en el de La Sexta no existía.

Por último, hace unos cuantos meses Cuatro también se apuntó a la moda de los programas de viajes modificando un formato de éxito que ya existía, Callejeros, para convertirlo en Callejeros Viajeros. Este programa es bastante similar al de Televisión Española, en el hecho de que también es una persona española residente en la ciudad objeto del programa la que ejerce de anfitrión, aunque en este caso el reportaje se centra mucho menos en la vida de estas personas en concreto en esa ciudad. En este formato la verdadera protagonista es la ciudad, de la cual los anfitriones nos dan más información que los anteriores programas; el recorrido que se hace por ella es en bastante más profundidad, un poco al estilo de cómo se trataban los temas en su predecesor Callejeros.

En mi opinión todos estos programas tienen un doble beneficio. Por un lado, está el obvio de que nos enseñan nuevos lugares sin tener que desplazarnos hasta ellos, aunque esto, por supuesto, no es comparable al placer de viajar. Y por el otro, dan un poco de interés a la muy maltrecha programación de las cadenas de televisión, copadas sobre todo de programas del corazón, realities y similares. Ojalá cunda el ejemplo y dentro de un tiempo podamos ver en la tele más programas que realmente valgan la pena sin tener que pagar por ellos.

3 de agosto de 2009

Rotativas y transistores

Como es sabido, el ser humano siempre ha tenido la necesidad de comunicarse. Al principio, sólo entre los individuos de un mismo grupo, después fue expandiéndose para facilitar el comercio, las guerras y conquistas, en definitiva las relaciones entre pueblos. La gente se dio cuenta de que era útil enterarse de lo que pasaba más allá de lo que abarcaban sus propios ojos y empezaron a poner en marcha mecanismos para ello.

Dando un salto histórico muy grande para empezar a hablar de lo que quiero ocuparme, hace ya bastantes años, en 1622, el público tuvo acceso al primer periódico impreso, el Weekly News of London. Poco a poco y aprovechándose de diversos avances tecnológicos la prensa fue evolucionando: se fueron enviando corresponsales a diferentes ciudades del país y del mundo y fueron apareciendo los diferentes géneros periodísticos. La tecnología era útil para la prensa y colaboraba con ella ya que los distintos corresponsales podían transmitir su información usando el telégrafo y luego el teléfono. El periódico era la única forma de enterarse de lo que pasaba donde el boca a boca no podía llegar.

Pasaba el tiempo y la prensa jugaba importantes papeles en la política y la sociedad de los países. Para los políticos y la gente de la alta alcurnia era importante que la prensa diera una buena imagen de ellos, ya que se jugaban, de uno u otro modo, su prestigio. Y, como era inevitable, las diversas tendencias se hicieron patentes en la prensa, y la opinión, en su sentido más amplio, era lo que acababa marcando el signo político de un periódico.

Llegó el siglo XX y primero la radio y luego la televisión empezaron a hacerse fuertes. Estos dos medios de comunicación aportaban inmediatez a la información, cosa que la prensa, dada su periodicidad (al menos diaria) no conseguía. La tecnología (a veces amiga a veces traidora) estaba atacando a quien antes había ayudado. Sin embargo, la prensa escrita sobrevivió porque, en mi opinión, en este formato se podían permitir licencias que en los otros dos no era posible. La opinión y la subjetividad, en cualquiera de sus formas, en especial el artículo de opinión, era uno de los rasgos que más diferenciaba a los periódicos del resto de mass media.

Como viene pasando a lo largo de toda la Historia la comunicación siguió evolucionando y a principios del siglo XXI apareció la web 2.0, donde empezaron a aparecer los periódicos digitales (y no me refiero sólo a las ediciones digitales de los "periódicos convencionales") y, en especial, los blogs. Si la televisión y la radio ganaban en inmediatez a los periódicos éstos dos medios son claramente vapuleados por internet. Es asombrosa la velocidad a la la información es actualizada en la Red. Y, si la opinión era un rasgo distintivo de la prensa escrita, hoy en día en internet se puede encontrar opinión casi en cualquier rincón (lo que no quiere decir que eso sea una opinión "de calidad", con la argumentación que una de estas debería llevar detrás).

Si a los periódicos les despojan de casi lo único que les quedaba, ¿de qué van a vivir entonces? Es preocupante observar como desde hace unos años muchos periódicos con una larga tradición han ido desapareciendo paulatinamente, en especial en Estados Unidos. ¿Está la prensa tradicional acabada con el auge del llamado Internet 2.0 (y lo que venga detrás)? Sinceramente, espero que no. La magia de comprar el periódico y abrirlo, leer las noticias del mundo, las viñetas y a mis columnistas favoritos espero que no desaparezca. No me imagino leyendo El País Semanal (por poner un ejemplo) vía web, lo siento. El periódico tiene una magia que internet no podrá igualar jamás.

Es posible que a estas alturas alguien ya me esté tratando de "romanticón sin visión de negocio". Si publicar en internet es más barato, al posible consumidor no le cuesta dinero y el editor puede seguir teniendo ingresos igualmente, ¿qué sentido tiene seguir manteniendo la prensa escrita? Realmente me es difícil encontrar una explicación que pueda sonarle convincente incluso al lector más escéptico, por lo que abandonaré esa vía; me conformaré con decir que creo que la razón por la que internet no sustituirá a la prensa tradicional es la misma por la el libro tradicional no morirá a manos de su homólogo electrónico. Seguimos habiendo demasiados románticos aficionados a la magia.